El imputado, de 22 años, había abandonado su pueblo en Bolivia para obtener dinero que le permitiera pagar una intervención quirúrgica que debía realizarse su pareja. Captado por otro acusado, ingirió 100 cápsulas de cocaína, pero en el viaje se sintió mal, comenzó a evacuarlas y quedó al descubierto.
A través de dos acuerdos de juicio abreviado, la jueza federal de Garantías N°2 de Salta condenó a dos hombres detenidos a fines del año pasado, cuando transportaban poco más de 1 kilo de cocaína a través de cápsulas ingeridas por el más joven de ellos.
Las condenas, homologadas entre el 3 y 5 de abril, se dictaron por el delito de transporte de estupefacientes y recayeron sobre Nazario Colque Mamani y Domingo Mamani Condori. El primero de ellos recibió una pena de tres años de prisión condicional, mientras que el segundo fue condenado a cuatro años de prisión, con carácter efectivo, informó el sitio fiscales.gob.ar.
Aunque se trató de un mismo hecho e incluso las condenas se alcanzaron con la misma herramienta de resolución de conflicto, en el caso se evaluó que las condiciones personales de cada uno de los imputados diferían diametralmente, aspecto que fue destacado en uno de los acuerdos alcanzados.
La investigación fue desarrollada por el fiscal general Eduardo Villalba. Tuvo su inicio el 18 de diciembre del año pasado en un control que personal de la Gendarmería Nacional realizó a pasajeros de un micro en el puesto El Naranjo, ubicado sobre ruta 34, en la ciudad de Rosario de la Frontera, en el sur de la provincia.
De acuerdo con las constancias del caso repasadas por la fiscalía, los gendarmes sintieron un olor nauseabundo al llegar al asiento de Nazario Colque Mamani, que provenía de una botella que tenía debajo de su butaca. En el interior del recipiente los gendarmes encontraron varias cápsulas. Según señalaron los miembros de la fuerza de seguridad, el propio acusado reconoció que las había evacuado y tenía aún más en su estómago, e incluso señaló que debía pasar al baño en esos momentos.
Como acompañante iba Mamani Condori, un chofer de Cochabamba, quien -de acuerdo a la pesquisa- había captado al otro sujeto cuando llegó a esa ciudad en busca de algún trabajo que le permitiera ganar dinero suficiente para que su pareja -con problemas de salud- pudiera operarse.
En los respectivos acuerdos, el fiscal general resaltó la captación y reducción ejercida por Mamani Condori sobre el otro encartado, quien se sometió voluntariamente al rol conocido peyorativamente como “mula”.
En ese marco, el fiscal destacó la situación que se vive en la frontera, donde cientos de personas en estado de vulnerabilidad, por lo general mujeres o personas jóvenes, son captadas para pasar la droga, ya sea adosada al cuerpo o por ingesta.
Describió la región como una zona de intenso traslado del estupefaciente, tanto en grandes cantidades o en menores proporciones, cuyo destino siempre están dirigidos a los puertos principales, como paso previo para llegar a Estados Unidos o Europa.
El fiscal destacó la situación que se vive en la frontera, donde cientos de personas en estado de vulnerabilidad, por lo general mujeres o personas jóvenes, son captadas para pasar la droga, ya sea adosada al cuerpo o por ingesta.
El fiscal reconoció, a su vez, que una cantidad menor de drogas queda para abastecer a bocas de expendio en distintos puntos del país. En este caso, el portador de la droga y su captador se dirigían a Mendoza. Respecto al estupefaciente, la fiscalía reveló que el joven portador evacuó 100 cápsulas, equivalentes a 1 kilo de cocaína con 44 gramos, sustancia de la cual se podrían haber producido 7.867 dosis.
Estado de necesidad
El fiscal resaltó el riesgo de vida que atravesó el imputado al acceder a la ingesta de las cápsulas, aspecto que también fue destacado por la defensa al recordar un caso registrado en junio del año pasado en la jurisdicción, en el que se produjo la muerte de una mujer que llevaba cocaína dentro de su cuerpo.
Sobre la situación de enfermedad de la pareja del imputado, el fiscal explicó que la mujer había sido sometida a una cesárea y requería de una nueva intervención correctiva, práctica médica que resultaba muy costosa para el acusado, quien, con su actividad de panadero y los gastos de mantención de una hija, le era imposible enfrentar.
Añadió que, pese a ello y ante los episodios de decaimiento de su pareja, el imputado salió en busca del dinero suficiente. “Estaba bajo un estado de angustia y necesidad acuciante”, resaltó el fiscal, quien luego apuntó contra su consorte de causa, quien se aprovechó de esa vulnerabilidad. “Fue él quien compró los pasajes y en ningún momento lo dejo solo. Lo llevaba del lado de la ventanilla para que no se le escape”, destacó.
Tras extenderse sobre otros indicadores, el fiscal consideró ajustado a derecho apartarse del mínimo en el caso de Colque Mamani, para quien pidió una pena de tres años de prisión de carácter condicional, como también se cubra económicamente el regreso a su país con el dinero decomisado.
En cuanto a Mamani Condori, la fiscalía mantuvo el pedido del mínimo de la pena, de 4 años de prisión efectiva, por entender que el acusado ejerció el rol activo en el transporte. Reforzó la función que tuvo sobre el otro imputado, quien “solo pensaba en cómo salvar a su esposa”.
Al resolver, la jueza Giménez, que atendió ambos acuerdos, coincidió con la fiscalía en el aspecto saliente del caso. “Sin dudas se trata de un hecho muy particular, en el que se destaca la corta edad del causante, las circunstancias que atravesaba y la particularidad del hallazgo de la droga”, reconoció.