A seis años del asesinato del policía Reyes en La Salada el caso sigue impune

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Liniana Nauto sigue esperando saber quien mató a su-marido Saul Reyes- Foto: La Brújula

 

Liliana Nauto intenta llevar una vida tranquila, normal, junto a sus tres hijos Yamil (12), Melanie (9) y Alisson (6). No es fácil, sobre todo cuando se aproxima la fecha. Le vienen a la memoria muchos recuerdos dolorosos.

Es que el 27 de mayo de 2012 su marido, el sargento primero (post morten) Sául Arturo Reyes (43), quien se desempeñaba en el puesto de vigilancia del Lago Parque La Salada, situado a cinco kilómetros de Pedro Luro, fue virtualmente fusilado a tiros, en medio de una emboscada.

Ya pasaron 6 años y nada, absolutamente nada, se sabe de los autores del crimen. La causa, actualmente en manos del fiscal Jorge Viego, sigue en punto muerto.

«Los dos nenes más grandes notan la ausencia de su padre, la más chiquita no sabe nada aún, tenía tres meses cuando sucedió esto», comenta Liliana a La Brújula 24.

«Espero que algún día la verdad salga a la luz. Que me digan ¿por qué lo hicieron, por qué lo mataron?».

Y luego aclara que «esa versión que se corrió de que la muerte de mi marido estaba relacionada con un ritual es absurda. Yo sigo manteniendo mi postura de que esto estuvo organizado desde adentro…»

«Hubo muchas cosas que en mi cabeza van a seguir dando vueltas: la negligencia del personal que estuvo en ese momento, muchas imprudencias, cosas que uno, más allá que no está en ese ámbito, se da cuenta», admitió.

Seguidamente resalta que el teniente primero Reyes «sabía cuidarse las espaldas, era una persona muy prudente».

«El hecho –continúa– de que se bajara del patrullero sin el arma en sus manos significaba que bajó confiado».

La viuda de Reyes admite que no va mucho al cementerio porque «se quiebra» y sus hijos «se dan cuenta de la situación. Ellos nunca fueron al cementerio, creo que no están aún preparados».

Se muestra fuerte e insiste en que no pierde las esperanzas de que llegue el día en que se seoa la verdad, «de que se descubra algo».

Luego se quiebra cuando se refiere a la crueldad de ciertas personas en las redes sociales, «cuando salió el informe sobre un supuesto ritual por el que habrían matado a mi compañero, un muchacho salió diciendo: ´tranquilo que ya los vamos a ir matando a todos los narcotraficantes´y mi nene vio eso y ´volcó´, ese comentario le hizo muy mal».

«De todas maneras mis hijos saben muy bien quien era su papá, un hombre intachable», afirma Liliana.

Este día la moviliza bastante y trata de ocultar sus sentimientos “por mis hijos, ellos no pueden verme mal. La tristeza, el dolor, me los guardo para mí», manifiesta y agrega que «aunque la tristeza ahora no es como al principio, que dolía muchísimo, hoy duele, pero es como que va menguando».

«Siento como que de a poco las cosas se va a ir resolviendo y que en algún momento vamos a ver la luz de todo esto», confiesa.

Sául Reyes alquilaba un departamento en la calle Corrientes cuando se cometió el crimen. Hoy su familia tiene su casa propia en el barrio 12 de octubre.

«Siempre les digo a mis hijos que esta casa se las dejó su papá, entonces tienen que cuidarla y valorarla. Pero si a mí me dieran a elegir de vivir en una casita de chapas, pero con él, prefiero eso sin dudas. Es la herencia que les dejó mi compareño», expresa.

Liliana no pasó por alto la frialdad de la gente, «siempre digo que los bahienses somos muy fríos. A mí me tocó vivirlo y duele. Cuando hacíamos las marchas reclamando Justicia con mis nenes la gente los ignoraba o les daba vuelta la cara; fue un momento muy difícil» .

«No digo que todos, porque hay personas de buen corazón que me ha ayudado, pero la mayoría se preocupa por lo suyo», añade.

Continuando su relato, la viuda de Reyes comenta que «el tiempo no pasa, es como que, de cierta forma, siempre estás viviendo ese momento –por el homicidio de su marido–. Cambió el jefe de la Departamental –en referencia a los comisarios, Gustavo Maldonado por Claudio Petrizán–, cambió el fiscal de la causa –Mauricio del Cero por Jorge Viego– y yo me pregunto: ¿por qué tanto manoseo de la causa?».

«No hay nada concreto. Dios quiera que este nuevo fiscal pueda hacer algo. Espero que algún día me sorprendan y me digan que ya tienen a alguien. Quiero llegar al día del juicio y estar cara a cara con los responsables y cerrar este capítulo».

«Y decirle a mi compañero que puede descansar en paz, que tardó, pero la Justicia llegó», concluyó Liliana Nauta, la viuda del teniente primero (post mortem) asesinado hace 6 años y cuyos autores siguen amparados en el anonimato.

 

Fuente: La Brújula