El abuso sexual lamentablemente forma parte de la historia de muchas mujeres


Hoy le tocó a una madre de Viedma contar su experiencia y el horror que vivió su propia hija.
Este medio resguarda la identidad de los involucrados por pedido de esta mamá, dado que la causa aún no ha iniciado su instancia judicial.

Crecí en una casa en donde mí mamá, víctima de abuso sexual, nos enseñó a desconfiar de cualquier hombre «nos decía no confíen ni en los parientes». Ella por experiencia propia sabía que el abuso también se da puertas para adentro. A pesar de sus advertencias no pude evitar que un tío me tocará con sus manos asquerosas, que otras muchas manos me tocaran sin permiso en la calle o en un boliche «la típica manoseada de orto» de pasadita nomás porque al tipo se le dio la gana y después se hizo el otro. 

Recuerdo también las manos inapropiadas de algún profesor en la espalda y en los hombros o saludos con besos que tampoco pedí, se me viene la imagen de un hombre adulto que se me sentó al lado en el colectivo y me puso su mano en mí pierna, era un viaje de larga distancia con mí familia, yo no tendría más de 11 años. Eso sumado a otras veces que zafe del peligro simplemente por ser mujer y cruzarme con machos depredadores.

Hubo una vez que no fue tan fácil, un tipo me seguía cuando iba a la escuela, me perseguía a los gritos diciendo mí nombre, perdí la cuenta de las veces que corrí o me metí en un negocio.

Nunca hablé de esto con mis padres, creo que el miedo, la impotencia y la vergüenza me lo impidieron. Hasta con 21 años y embarazada de varios meses de mí primer hija me paso que un pervertido cruzo corriendo por detrás mío y acto siguiente mano en el orto, porque si, porque es macho, porque podía.

Hoy estamos viviendo en un época en donde las mujeres están empoderadas, se cuidan unas a otras, hablan y defienden su legítimo derecho de ser dueñas de su cuerpo, aunque parezca chiste aclararlo en el siglo XXI, aún así seguimos siendo mujeres objetos, testigo de esto son las cifras escalofriantes de feminicidios y abusos, los casos son tan corrientes que ya no son noticias de interés y el desamparo judicial es muy grande. Este veranito que trajeron las pibas de pañuelo verde me dio la esperanza de que estábamos aprendiendo, que habría nuevas generaciones de hombres y mujeres que podrían convivir en el respeto y la igualdad.

A qué piba se le puede ocurrir que si estás dentro de tu grupo de pares y pertenencia va haber algún pibe que no se va a detener ante el NO.Y con todo el dolor en el corazón tengo que decir que esto pasó, y le pasó a mí hija cuando solo tenía 17 años, este pibe una año mayor que ella, que iban a la misma escuela, que fue a su cumpleaños de 15, NO se detuvo, cuando ella le dijo NO, y le dijo NO, y le dijo NO otra vez, hasta que su cuerpo y alma humillados se paralizaron ante el horror de lo que le estaba sucediendo, su compañero la estaba abusando. No me lo pudo contar, porque solo quien lo vive sabe lo devastador que es. Después de varios meses el pibe abusador, violador, es noticia en las redes sociales de muchas adolescentes, una piba se animó a contar a escrachar, a hacer justicia con los medios que conoce, y son muchas pibas más la que vivieron el mismo horror.

Esto no pasó en Buenos Aires, ni lejos, pasó en Viedma, en la casa de tu vecino, de tu pariente o en tu propia casa, tal vez  le sucedió a una amiga de tu hija con un compañero de la escuela de tus hijos, y resulta que el pibe abusador es el hijo del mecánico y la enfermera podóloga de la costanera. Hagámonos todos cargo de la parte que nos toca.