Una sala silenciosa, de rostros serios, siguió el relato pausado y agudo de Laura Vinaya, en la segunda jornada del segundo juicio que se realiza por el homicidio impune de Atahualpa Martínez Vinaya.
La mujer respondió las preguntas de los abogados querellantes, de la fiscalía y los defensores. Relató en detalle cómo se enteraron del asesinato de su primo y todo el proceso que vivió, desde un primer momento, junto a su tía Julieta Vinaya y la familia.
Los obstáculos y las irregularidades de la investigación del Poder Judicial y la Policía de Río Negro que surgieron desde el comienzo. La lucha para contar quién era Atahualpa y buscar justicia.
«Surgió la necesidad de contar quién era Ata a través de sus compañeros de escuela y de sus docentes porque veíamos que en los allanamientos siempre encontraban drogas y sabíamos que Atahualpa no tenía vinculación con la droga y queríamos que quedara claro, en beneficio de la verdad», expresó.
«El primer hecho que nos conmovió en el proceso fue la subrogancia de fiscales que hubo al principio de la investigación. Es como que estás en una sala de operaciones y te digan: vamos a cambiar de cirujano ahora. A 48 horas del asesinato la fiscal -Daniela Zágari- fue enviada a una capacitación a Bariloche y fue subrogada por Ricardo Falca. La fiscal había dejado una orden de inspección ocular en el boliche Miloka, el último lugar donde fue visto Atahualpa con vida. Y Falca no la hizo. Uno de los dueños del boliche era el abogado -Rubén- Sella que es cuñado de Falca, es padre de los sobrinos y ahora está procesado por la causa de trata de menores junto con -Juan Antonio- Bernardi, que presidió el tribunal del juicio anterior», repasó Vinaya.
La mujer que estudió el expediente judicial a la par de los abogados, planteó que en el momento inicial se perdieron pruebas que nunca se conocerán «sobre todo porque Falca no inspecciona el boliche de su cuñado», remarcó.
«Nos dejaron 10 años esperando en la impunidad y esa impunidad se llevó a Julieta confiando en la institución porque esto no se trata de venganza ni de levantar acusaciones en vano contra nadie. Se trata de saber la verdad. La verdad tiene esas preguntas. Sin verdad va a ser muy difícil que podamos reconocer la justicia y es el poder judicial el que tiene la responsabilidad y la gracia de ofrecernos a los ciudadanos comunes la posibilidad de la verdad y la justicia. Los sin nadie estamos acá esperando una respuesta como lo merecemos, dignamente. Lo hemos sostenido en una lucha inclaudicable, impecable, de Julieta», resonó en la sala.
Durante su relato también recordó detalles que descubrieron cuando pudieron tener acceso a los documentos judiciales, a través de la Comisión Investigadora de la Legislatura que se formó en 2014. Puntualmente con una de las pruebas clave de la investigación, que fue una campera con sangre de la víctima, encontrada en el domicilio de uno de los acusados.
«Nos sorprendió entender que Atahualpa estaba sentado cuando le dispararon, que perdió 2 litros de sangre que no sabemos dónde están, porque no estaban en el lugar donde lo encontraron. La sangre la derramó sobre el muslo de su pierna derecha. El disparo entró de la derecha por el omóplato y lo dejaron agonizar por dos horas», manifestó.
«Nos dimos cuenta -añadió- que esa campera había sido secuestrada en junio de 2008 y que los resultados de ADN positivo de Atahualpa habían sido en diciembre de 2008. Que tenía otro ADN mezclado y que en 2011 recién la fiscal -Zágari- ordena cotejarlo con ADN de Carrasco».
En respuesta a las preguntas de los abogados, repasó la historia desde momentos previos al asesinato, contó cómo era su relación con su tía Julieta y sus primos Atahualpa y Ayelén, y cómo era la dinámica de la casa familiar, las relaciones de amistad y con los vecinos.
«Yo no tengo hermanas mujeres, y siempre fue como mi hermana mayor. Cuando vino a Viedma, se casó y tuvo a Ayelén y Atahualpa. Yo tenía una cuestión especial con ellos por Julieta. Los conozco desde pequeños, los vi crecer. A Julieta también, acompañándola y también después del asesinato de Atahualpa, acompañándola muy de cerca».
En ese marco, recordó que el día del asesinato, Julieta no estaba en Viedma. Había viajado a Rosario a gestionar una beca porque Atahualpa quería estudiar medicina en Cuba. Y ella estaba en Luis Beltrán por lo que llegó recién al día siguiente.
«Atahualpa estaba terminando el secundario. Era muy reservado. Me llamaba la atención que siendo tan joven quisiera irse tan lejos a estudiar. Le preguntaba si entendía lo difícil que iba a ser estar tan lejos y no poder venir. Y que era un lugar de mucha exigencia. Y lo veía convencido, estaba muy seguro en ese camino. Me enteré después por Julieta que había tenido una novia que era de Patagones de la cual se había separado. Y que había empezado una relación con una compañera de curso a la que había decidido dejar antes de irse a Cuba porque no la iba a poder sostener a la distancia. Me pareció de una gran madurez en un joven de 19 años», relató.
Por otra parte, remarcó que «antes del homicidio, ni Julieta ni Atahualpa manifestaron temor por nada». «La vida en la casa de Julieta no era como en cualquier otra. Julieta trabajaba como agente sanitario y tenía relación con muchas mujeres que padecían situaciones de violencia en un barrio donde a veces era difícil llegar desde las instituciones. Tenía la muy buena, o muy mala, costumbre de ser muy solidaria y albergar niñas, niños, mujeres. Era una casa muy abierta. Si bien andaba mucho por la calle y conocía muchas historias, siempre fue muy respetada y querida», subrayó.
Días y horarios del juicio
Las audiencias se realizan los lunes y viernes a partir de las 9 AM y los martes y jueves, a partir de las 12 del mediodía. Declarará personal de seguridad de Miloka que son los últimos que habrían visto al joven. En total hay 40 testigos en total.
Un detenido por falso testimonio
Luego del testimonio de Laura Vinaya, hubo cuatro testigos de identidad reservada propuestos por la fiscalía y la querella. Uno de ellos fue detenido por el delito de falso testimonio. Si bien el nombre no trascendió, se trata de un hombre que había declarado en el juicio de 2014.
El testigo reconoció sus dichos de hace cinco años, pero aseguró que se había olvidado de casi todo”. Además, tuvo una actitud de poca colaboración para responder las preguntas de los jueces.
VDM Noticias