Abuela y bisabuela de una niña acordaron régimen de visitas en torno al bienestar de la menor

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En una sala del Centro Integral de Métodos Autocompositivos de Resolución de Conflictos de Cinco Saltos, dos mujeres llegaron con una barrera invisible entre ellas. Una, abuela paterna, había asumido la crianza de una niña de siete años desde que su padre falleció y su madre ingresó a un centro de salud. La otra, bisabuela materna, buscaba mantener el vínculo con su bisnieta para que no se rompiera el lazo familiar.

 

Desde el inicio, la abuela dejó en claro su postura y afirmó que su única intención era presentarse en el encuentro, sin voluntad de llegar a un acuerdo. Sin embargo, en un espacio de diálogo, las palabras iniciales no siempre determinan el desenlace.

 

Con la orientación de los defensores públicos del centro de mediación la conversación tomó otro rumbo. Lo que parecía una disputa se convirtió en una oportunidad para comprender el lugar de la otra. Ambas compartían una preocupación profunda: cómo garantizar que la niña tuviera una infancia feliz y creciera con estabilidad, sin repetir las experiencias difíciles de sus progenitores.

 

El proceso puso en evidencia los sentimientos que cada una traía consigo. La abuela paterna todavía atravesaba el duelo por la pérdida de su hijo, mientras asumía la responsabilidad de criar a su nieta. La bisabuela materna, ante la ausencia de la madre de la niña, sentía que debía ocupar un rol más cercano al de una abuela. Lo que en un principio parecía un conflicto de intereses resultó ser un anhelo compartido: brindar contención y amor a la niña.

 

El acuerdo alcanzado superó las expectativas. La niña podrá visitar a su bisabuela todos los sábados o domingos de 12 a 18 horas y así asegurar la continuidad de su vínculo. Además, y quizás lo más importante, podrá reencontrarse con su madre, quien, según su entorno, encuentra en su hija la motivación para recuperarse.

 

“La mediación fue muy linda. Durante la charla, ambas pudieron expresar sus miedos, una atravesaba el duelo de su hijo y la otra tomaba una responsabilidad que no le correspondía, pero asumía con mucho compromiso”, destacó la mediadora María Laura de la Canal. “Las dos entendieron que lo más importante era el bienestar de la niña y lograron encontrar un punto en común”.

 

La mediación prejudicial obligatoria sigue consolidándose como un método eficaz para resolver conflictos familiares dentro del Poder Judicial de Río Negro. Sin necesidad de atravesar un proceso judicial convencional, las partes lograron construir un acuerdo que protege los derechos de la niña y fortalece su entorno afectivo.

 

En este contexto, el diálogo y la intervención profesional transformaron un desacuerdo en una solución que priorizó el interés superior de la niña menor.


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