El cuerpo de Rosana Artigas fue encontrado en el río Limay, específicamente en la zona de China Muerta. El hallazgo se produjo el viernes 1 de diciembre por la tarde, después de que la mujer estuviera desaparecida desde el jueves 23 en Plottier.
El cadáver fue encontrado dentro de un recipiente de 200 litros, el cual había sido retirado de la casa de un familiar por su ex pareja, quien se convirtió en el principal sospechoso. Las investigaciones revelaron que el sospechoso trasladó el recipiente hasta la zona de China Muerta el mismo día en que desapareció Rosana.
En el lugar del hallazgo trabajaron personal del Departamento de Seguridad Personal de la Policía y el titular de la fiscalía de Homicidios, junto con la fiscal del caso. También se contó con la colaboración de Bomberos de la Policía, quienes aportaron una lancha y kayaks para realizar el operativo en el río.
Desde el principio, todas las sospechas apuntaron hacia José Fernández, ex pareja de Rosana. Este individuo fue el último en ver con vida a la víctima y presentó constantes contradicciones en sus testimonios, lo que llevó a su detención por falso testimonio.
Fernández afirmó que el día de la desaparición había ido a buscar a su madre y luego se dirigió a un trabajo de plomería en el barrio Venecia. Sin embargo, las investigaciones demostraron que estas afirmaciones eran falsas, ya que se pudo comprobar su ubicación a través de las antenas telefónicas.
La fiscalía y el departamento de Seguridad Personal lograron reconstruir los últimos momentos de Rosana gracias a las cámaras de seguridad, testimonios y análisis de los registros telefónicos. Se sabe que ese mismo día, Rosana le envió un mensaje a Fernández a las 9:20 de la mañana y que más tarde fueron juntos a la casa del sospechoso.
Durante la audiencia de formulación de cargos, se presentó el testimonio de una vecina que aseguró haberlos visto juntos, lo cual fue corroborado por las cámaras de seguridad. En ese momento, Fernández mostró una actitud cínica frente a las pruebas.
Posible móvil y detalles de la autopsia
José Fernández, el ex de Rosana Artigas, pretendió cometer el crimen perfecto, lo que quiere decir que planificó casi todos los pasos que dio. Tuvo conciencia forense, pero la fiscalía de homicidios y Seguridad Personal de la Policía todavía están un paso más adelante y eso les permitió desentrañar el femicidio.
La investigación que se venía realizando a una semana de la desaparición de Rosana, denunciada el 23 de noviembre, pudo descubrir datos claves de Fernández quien se mostraba muy confiado por la planificación del crimen.
Fernández, tras estar en pareja 20 años con Rosana, tatuarse su nombre en el antebrazo derecho, no tomó para nada bien la separación que comenzó en octubre del año pasado y se terminó de materializar en diciembre cuando la cacheteó, denuncia que figura en la justicia de familia, y le impusieron una restricción de acercamiento que al vencerse no fue renovada.
Recientemente, Fernández se enteró que Rosana estaba saliendo con alguien. Ese evento, para la perfilación criminal, es un estresor, es decir, un desencadenante.
El 23 de noviembre, Fernández pasó a buscar a Rosana por su casa. De allí fueron a la suya y cuando entraron la atacó arteramente por la espalda con una cuerda que le ató al cuello y apretó hasta dar muerte. La autopsia da cuenta que la muerte fue por asfixia mecánica.
Primero, al estrangularla evitó la perdida de fluidos biológicos por eso cuando allanaron la casa de Fernández y la de su madre no encontraron este tipo de evidencias. En la casa ya tenía el tacho que había pasado a buscar un día antes por la casa de un conocido. Premeditó cada uno de los movimientos.
En su casa estuvo unos pocos minutos y volvió a salir en dirección a Centenario. Dejó a Rosana adentro del tacho recubierto en el interior con un colchón inflable. A ella la introdujo con la cabeza hacía abajo, la cuerda pegada al cuello y los pies hacía arriba. Todas las evidencias estaban dentro del tacho. En Centenario, a las 10:52 apagó el celular de Rosana y lo descartó. Todavía no aparece.
Luego, articuló una serie de movimientos como cargar nafta, ir a comprar pan, buscar a su madre de un centro de día para jubilados y llevarla a la casa del hermano. Es decir, se procuró una serie de coartadas muy sencillas de comprobar.
Cuando volvió a su casa a la hora de la siesta le incorporó al tacho una capa de 10 centímetros de cemento, un peso necesario como para que se hunda. Luego intentó quemar el cuerpo dentro del tacho, pero las llamas fueron débiles y solo afectaron los pies, piernas y glúteos de Rosana. Todo está en la autopsia.
Después procedió a tapar el tacho y lo cargó en la caja de su Renault Oroch. Una vecina lo vio subiendo algo. El dato sirvió para que los investigadores pudieran rastrearlo aunque ya contaban con información de que había retirado el tacho un día antes por lo que trabajaban sobre un dato seguro.
Fernández supo ser director de Espacios Verdes de Plottier por lo que conocía el territorio como la palma de su mano y esa información la utilizó en su favor.
El 23 de noviembre, antes de juntarse con unos amigos en el balneario de Plottier, se dirigió hasta China Muerta, tomó la calle de tierra de la Feria del Mangrullo y en el fondo costeó el río Limay donde a unos 800 metros hay un pozón en el que descartó el tacho a unos cinco metros de la orilla.
La reconstrucción de este evento final, no podría haber sido desentrañada sin toda la tarea investigativa realizada por Seguridad Personal y la Fiscalía de Homicidios que corroboró cada una de las líneas posibles, analizó cámaras que fueron claves y contundentes, al igual que la geolocalización y otros elementos que dejaron a Fernández en condiciones de ser acusado por el femicidio de Rosana Artigas, la madre de uno de sus hijos.
Con información de LMN – La Mañana de Neuquén